lunes, 30 de diciembre de 2013

EL AMOR DE DIOS...(refexión)

EL AMOR DE DIOS
(reflexión)

Eramos la unica familia en el restaurante con un niño.

Yo sente a Daniel en una silla para niño y me di cuenta que todos estaban
tranquilos comiendo y charlando.

De repente, Daniel pego un grito con ansia y dijo, "Hola amigo!"

Golpeando la mesa con sus gorditas manos. Sus ojos estaban bien abiertos por la admiracion
y su boca mostraba la falta de dientes en su encia.

Con mucho regocijo el se reia y se retorcia.

Yo miro alrededor y vi la razon de su regocijo.

Era un hombre andrajoso con un abrigo en su hombro; sucio, grasoso y roto.

Sus pantalones eran anchos y con el cierre abierto hasta la mitad sus dedos se asomaban
a traves de lo que fueron unos zapatos.

Su camisa estaba sucia y su cabello no habia recibido una peinilla por largo tiempo. Sus patillas
eran cortas y muy poquitas y su nariz tenia tantas venitas que parecia un mapa.

Estabamos un poco lejos de el para saber si olia, pero seguro que oli mal.

Sus manos comenzaron a menearse para saludar.

"Hola bebito, como estas muchachon," le dijo el hombre a Daniel.

Mi esposa y yo nos miramos, "¿Que hacemos?"

Daniel continuo riendose y contesto, "Hola, hola amigo."

Todos en el restaurante nos miraron y luego miraron al pordiosero.

El viejo sucio estaba incomodando a nuestro hermoso hijo.

Nos trajeron nuestra comida y el hombre comenzo a hablarle a nuestro hijo como un bebe.

Nadie creia que era simpatico lo que el hombre estaba haciendo.

Obviamente el estaba borracho. Mi esposa y yo estabamos avergonzados.

Comimos en silencio; menos Daniel que estaba super inquieto y mostrando todo su
repertorio al pordiosero, quien le contestaba con sus niñadas.

Finalmente terminamos de comer y nos dirigimos hacia la puerta.

Mi esposa fue a pagar la cuenta y le dije que nos encontraramos en el estacionamiento.

El viejo se encontraba muy cerca de la puerta de salida.

"Dios mio, ayudame a salir de aqui antes de que este loco le hable a Daniel." Dije orando, mientras caminaba cercano al hombre.

Le di un poco la espalda tratando de salir sin respirar ni un poquito del aire que el pudiera estar respirando.

Mientras yo hacia esto, Daniel se volvia rapidamente en direccion hacia donde estaba el
viejo y puso sus brazos en posicion de; "cargame

Antes de que yo se lo impidiera, Daniel se abalanza desde mis brazos hacia los brazos del hombre.
Rapidamente el muy oloroso viejo y el joven niño consumaron su relacion amorosa.

Daniel en un acto de total confianza, amor y sumision recargo su cabeza sobre el hombro del pordiosero.
El hombre cerro sus ojos y pude ver lagrimas corriendo por sus mejillas.

Sus viejas y maltratadas manos llenas de cicatrices, dolor y duro trabajo, suave, muy
suavemente, acariciaban la espalda de Daniel.

Nunca dos seres se habian amado tan profundamente en tan poco tiempo.

Yo me detuve aterrado. El viejo hombre se mecia con Daniel en sus brazos por un momento,
luego abrio sus ojos y me miro directamente a los mios.

Me dijo en voz fuerte y segura, "Usted cuide a este niño."

De alguna manera le conteste "Asi lo hare" con un inmenso nudo en mi garganta.

El separo a Daniel de su pecho, lentamente, como si tuviera un dolor.

Recibia a mi niño, y el viejo hombre me dijo:

"Dios le bendiga, señor. Usted me ha dado un hermoso regalo.

" No pude decir mas que un entrecortado gracias.

Con Daniel en mis brazos, caminar rapidamente hacia el carro.

Mi esposa se preguntaba por que estaba llorando y sosteniendo a Daniel tan apretadamente,
y por que yo estaba diciendo:

"Dios mio, Dios mio, perdoname."

Yo acababa de presenciar el amor de Cristo a traves de la inocencia de un pequeño niño que
no vio pecado, que no hizo ningun juicio; un niño que vio un alma y unos padres que vieron un monton
de ropa sucia.

Yo fui un cristiano ciego, cargando un niño que no lo era.

Yo senti que Dios me estuvo preguntando: "Estas dispuesto a compartir tu hijo por un momento?"

Cuando el compartia a su hijo por toda la eternidad. El viejo andrajoso,inconscientemente, me recordo:

"Les aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrara en el".
Lucas 18:17

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